El
10 de diciembre de 1830 es el día de la última proclama del
Libertador, dictada desde su lecho de moribundo. Firmó el testamento
y recibió los Santos Sacramentos de manos del humilde cura de la
aldea de Mamatoco, quien llegó en la noche con sus acólitos y
varios indígenas. Luego, rodeado de sus más íntimos amigos, como
José Laurencio Silva, Mariano Montilla, Joaquín de Mier, Ujueta,
Fernando Bolívar, etc., el notario Catalino Noguera empezó a leer
el histórico documento, pero apenas llegó a la mitad, porque la
emoción y el dolor le ahogaron la voz. Continuó la lectura Manuel
Recuero. La última Proclama dice así:
Simón
Bolívar, Libertador de Colombia, etc. A los pueblos de Colombia
Colombianos: Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la
libertad donde reinaba antes la tiranía. He trabajado con
desinterés, abandonando mi fortuna y aun mi tranquilidad. Me separé
del mando cuando me persuadí que desconfiabais de mi
desprendimiento. Mis enemigos abusaron de vuestra credulidad y
hollaron lo que me es más sagrado, mi reputación y mi amor a la
libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido
a las puertas del sepulcro. Yo los perdono. Al desaparecer de en
medio de vosotros, mi cariño me dice que debo hacer la manifestación
de mis últimos deseos. No aspiro a otra gloria que a la
consolidación de Colombia. Todos debéis trabajar por el bien
inestimable de la Unión: los pueblos obedeciendo al actual gobierno
para libertarse de la anarquía; los ministros del santuario
dirigiendo sus oraciones al cielo; y los militares empleando su
espada en defender las garantías sociales. ¡Colombianos! Mis
últimos votos son por la felicidad de la patria. Si mi muerte
contribuye para que cesen los partidos y se consolide la Unión, yo
bajaré tranquilo al sepulcro. Hacienda de San Pedro, en Santa Marta,
a 10 de diciembre de 1830. Simón Bolívar
Facilitador: Clemencia Molina
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